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lunes, 13 de enero de 2014

Tintorería andina: Tullpuni

    
Manto Paracas (100 a.C. -200 d.C.). Necrópolis de Wari Kayan. Foto: Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia. Lima. Perú.
                                                       
William Reid, en el libro Arte textil en el Perú, editado por Industria textil Piura (1989), presenta una investigación sobre tintes en la textilería andina antigua y tradicional. Nuestra diversidad geográfica permitió y permite la obtención de variadas fuentes pigmentarias de origen animal, vegetal y mineral. En base a ella, el hombre andino manejó una gran riqueza cromática que aún perdura en las piezas textiles encontradas por arqueólogos y estudiosos. De la gran variedad de colores y tonos obtenidos destacan aquellos producidos por la cultura Paracas.

Reid nos indica: “Los tintoreros obtenían sus tintes de cuatro fuentes generales. En primer lugar, de las gamas naturales de la lana y el algodón que brindaban una extensa variedad de blancos, beige, gris pardo y castaño. 
En segundo lugar, de ciertas plantas del tipo de las citadas en libros sumamente informativos como El mundo vegetal de los antiguos peruanos, publicado en 1935 por E. Yacovleff y F. L. Herrera. 

Muchas de estas plantas fueron identificadas por algunos cronistas españoles, cuyas detalladas descripciones de plantas y árboles los convierten en precursores de los botánicos modernos que empezarían sus análisis de la flora andina en los siglos XVIII y XIX. Los colores también se obtenían de ciertos insectos y moluscos: la cochinilla –que se adhiere a los tunales– es fuente de un color rojo carmín; y el chanque, molusco pequeño oriundo de zonas como la península de Paracas, que excreta un líquido purpúreo que todavía está vigente. Finalmente, ciertos tonos básicos se obtenían de minerales y rocas de la tierra.”



Dibujo de Guamán Poma de Ayala (s. XVI), que muestra  una niña  (panan pallac ) recolectora de flores para ser utilizadas en la tintorería. Tomado del artículo de W. Reid.


Respecto al negro cita al cronista Martín de Murúa, quien “menciona al “arbolito espinoso” nombrado tura (caesalpinia HBK), “cuyas legumbres y la corteza de su tronco contienen tanino en una fuerte proporción, por lo que son empleadas en la curtiembre, y en tintorería, para teñir de negro las lanas”. En lo referente, a tintura negra para teñir el algodón... el mismo Murúa indica que, “un árbol llamado xagua da un fruto cuyo zumo es blanco al principio y luego poco a poco va tornándose negro como tinta, con el cual los indios, solían teñir su algodón...”.

Respecto al amarillo, Reid refiere  al cardo santo, o cardo cimarrón carbincho. También el arbusto serrano llamado chillca, servía para teñir no sólo de amarillo, sino de verde. Otras plantas que parecen haber originado el tinte amarillo fueron el molle y el tiri (en la zona de Chachapoyas), las cenizas del chamana (dodonaca visiosa), y el chamanuai (eupatorium volkensi), arbusto de flores blanquecinas que vive en el Cuzco.

En las culturas peruanas antiguas se utilizó poco el azul, que paracas y nazcas sí lograron obtener de plantas como la mullaca (muehlenbeckia hastulata rupestris), el xiquilite (indigofera suffroticocosa) y también Reid refiere al uso de papas negras para este propósito.

Respecto al rojo, el autor recoge lo investigado por Roger Ravines, quien nos provee de una lista detallada de plantas de las que obtenía el rojo: el chapi-chapi (relbunium-gallium-microphyllum heit), el aliso (alnus jorulensis), el Brasil (caesalpina echinata), la rubia (galium SP) y el magno (dactipus confusus).

Para los tonos que van del púrpura al morado explica Reid que el chanque (molusco de la familia muricidae) pudo jugar un rol importante al respecto. Respecto a  plantas habla de la quisca-quisca (berneris sp.), el maíz negro (zea mays) y de una variedad de una flor llamada paguau.

Sobre el verde, color poco frecuente, Reid basándose en una investigación de Carlos Romero, alude a la chilca chunchango o molle.

El marrón con sus variantes, se obtenían del nogal en la textilería chimú y chancay.

Agregaremos que este autor habla de una técnica llamada tapiraje, probablemente usada para lograr composiciones de colores exóticos en las aves. Según esta técnica, se quitan las plumas a un ave y entonces  se frota el cuerpo de esta con la mezcla de la secreción de un sapo o rana y un tinte - generalmente el anaranjado o rojo obtenido de la planta llamada achiote (Bixa Orellana)- . Así, las nuevas plumas que aparecían eran de los tonos no usuales para el animal como  rojo, naranja o amarillo. 
  
Dibujo del cronista indígena Guamán Poma de Ayala (s.XVI)  que muestra, según en Inca Garcilaso, la caza de pájaros para obtener de ellos plumas. Tomado del artículo de W. Reid.